Potencia tu capacidad de aprender

Antes de empezar con los temas propios del programa pensé que serían útiles algunas recomendaciones. Están orientadas a que se aproveche mejor el material, el tiempo y, sobre todo, a que durante este periodo de estudios y preparación para los exámenes, se incrementen habilidades para controlar la ansiedad y mejorar el rendimiento. Tomé prestado, en parte, principios de la Psicología Cognitiva para plantear las sugerencias, algunas tienen que ver con aprovechar las clases, si se asiste a algún curso preparatorio, y otras con el auto-estudio (un poco contradictorio el término, pero me refiero a cuando están estudiando por su cuenta sin la mediación de un profesor).

De aquí puedes descargar unos póster muy interesantes (en español) que facilitan la puesta en marca de algunas de las recomendaciones que se presentan, el material es ofrecido por The Learning Scientists junto con otros recursos (en inglés).

La inteligencia es una facultad en crecimiento: está demostrado que la persona se mentaliza y comprende que su inteligencia está en constante desarrollo, que es posible superarse, tiende a esforzarse más y obtener mejores resultados. Si te resistís a la idea habitualmente aceptada de que las experiencias negativas no pueden superarse, tendrás motivos suficientes para esforzarte. Entonces, la primera recomendación es: modifica tus creencias negativas y aumenta tus expectativas… piensa “puedo ser más inteligente, puedo superarme…” [siempre que el objetivo sea aprender, el esfuerzo consecuente y se dedique tiempo a estudiar, así será].

El aprendizaje es una actividad gratificante: con frecuencia se piensa que estudiar es “un gran sacrificio” y es esencialmente aburrido. El aprender nuevos contenidos, aunque complejos y extensos, debería ser gratificante, cuanto más difícil más satisfactorio. Comprender algo nuevo debería complacerte y darte confianza. Lastimosamente está muy instalada la idea de “lo sacrificado que es estudiar”, de que “uno se quema las pestañas”. Todas estas expresiones distorsionan e impiden gozar del placer del aprender. ¿Te animás a disfrutar de lo aprendido conversando sobre lo que aprendiste con la familia, con los amigos o con personas conocidas a quienes les podría interesar o ser útil la información?, verás que aprender y compartir lo aprendido es muy gratificante y útil para todos.

Apasionarse con el conocimiento: los sentimientos positivos constituyen una importante fuente de motivación, se puede encontrar una variedad de temas y actividades interesantes relacionadas con la carrera que deseas estudiar, con los contenidos y los nuevos temas aprendidos. Si desarrollás la capacidad de disfrutar de lo aprendido, como se indicaba en el punto anterior y progresivamente vas “encendiendo el fuego de la pasión” podrás experimentar que la curiosidad crece, los contenidos son repasados con gran interés y en la memoria se registra y mantiene vivo cada tema aprendido. La pasión se renueva con búsquedas en internet, lecturas, conversaciones, novedades y descubriendo que hasta las actividades de ocio tienen relación con algún tema estudiado. ¿Creés que podrías “encenderte”?

La organización es la clave del éxito: aunque esta recomendación pueda parecer obvia, siempre es importante que tengas un plan. Un espacio de estudio, cuadernos para tomar notas, lápices y marcadores de colores, materiales de lectura, tiempo durante la semana para dedicarle a la lectura y un monitoreo de tu tiempo. Un calendario que organice tus tiempos, el avance de las clases, las unidades estudiadas y las que aún falten, la proximidad de los exámenes, etc., podría facilitar un manejo efectivo de tu tiempo. Son varias las asignaturas y los contenidos, no pierdas tiempo y organízate.

El estudio debe ser un hábito: si planificas adecuadamente tu tiempo podrás iniciar un hábito diario o semanal de estudio, aunque sólo sean momentos cortos. Si conseguís integrar el estudio a tus actividades habituales, verás que cada vez tenés más tiempo para estudiar, sin interferir con tus demás actividades. Completar la cuota que te propusiste dejará de ser en una carga adicional. Desafíate a crear hábitos durante este mes, verás que “el viaje más largo siempre inicia con un primer paso”.

La vida cotidiana, una incansable maestra: las experiencias cotidianas pueden ser instructivas. Los temas tratados en Psicología, inclusive los contenidos referentes a su historia, se relacionan a menudo con situaciones conocidas. Estimula tu creatividad para encontrar relación entre la psicología y la vida cotidiana y verás que los conceptos se recuerdan con mayor facilidad.

Benefíciate de lo que ya sabes: relacionar temas nuevos con lo que ya se conocen y se estudiaron anteriormente permitirá aprovechar materiales con los que ya se estudiaron. Repasar la información que ya se tenía fortalece las huellas en la memoria a largo plazo reduciendo la cantidad de material totalmente nuevo que debe codificar.

Identificá y evitá las distracciones: el celular, las redes sociales, la televisión, entre otros, pueden constituirse en una permanente fuente de distracción, por lo tanto es importante que las identifiques a tiempo y podrás evitarlas en los momentos reservados para el estudio. Es cierto que hoy en día el teléfono es una herramienta adicional para acceder a informaciones, pero en ocasiones cuando se decide utilizar el celular para realizar una consulta al rato, “sin quererlo” estás revisando los estados, viendo videos o estás conversando de cosas que no son importantes; si notás que te sucede frecuentemente sería conveniente aplazar las consultas al celular, anotarlas y realizarlas después.

Dale pelea a la procrastinación: procrastinar es el arte de dejar lo importante para después y entretenerse con tareas que psicológicamente ayudan a posponer el esfuerzo mental, lo cual es muy habitual. Cada vez que vas a estudiar quizá “notes” el desorden y te gane el impulso de ordenar, limpiar o sentís que debes responder algún mensaje, hacer algo que supuestamente estaba pendiente, ver videos, series, películas, hablar con algún/a amigo/a, etc. La procrastinación es tenaz y puede retrasar lo importante hasta un límite agotador. Si esto te pasa a menudo te podría resultar útil aplicar estrategias para disminuirla. Evitá las distracciones, oblígate a concluir la lectura de una unidad antes de dedicarle atención a otra cosa, prémiate por cada objetivo logrado, utiliza la técnica de los “5 minutos más” antes de distraerse con otra actividad. Otra técnica consiste en planificar periodos rígidos de estudio, de 30, 45 o 60 minutos, por ejemplo, seguidos de pausas obligatorias de 5 minutos; durante el tiempo de estudio no se admiten distracciones ni interrupciones hasta que corresponda el tiempo de descanso, podés aumentar el tiempo de descanso luego de dos o tres periodos de estudio.

Orienta positivamente tus emociones: hoy se conoce como “regulación emocional” a la capacidad de administrar efectivamente las emociones negativas. Es probable que algunas inquietudes tengan que ver con situaciones de clase o la lectura (cuando te parecen aburridas o difíciles), en dicho caso será muy útil que lo plantees directamente al profesor o a sus compañeros, siempre habrán alternativas interesantes. Si son situaciones ajenas al estudio, situaciones familiares, sentimentales, económicas o de cualquier otra índole, enfocate en aplicar técnicas de control que le permitan superar la crisis, si te es difícil, busca ayuda. No dejes que las emociones negativas te impidan motivarte y aprender.

Sé un participante activo de tu aprendizaje: participá en clase, preguntá, acompaña el desarrollo de los temas con tus materiales, marcá los puntos que te parezcan confusos o difíciles, tomá apuntes, no dejes que el miedo a parecer “tonto” o a pasar “una pelada” te obstruya la posibilidad de aclarar un tema poco claro. Sacá el mayor provecho posible de cada sesión de clases. Revisá brevemente los objetivos de cada unidad, asegurate de tener claro cada concepto. Verás fácilmente que una lectura rápida de los contenidos que corresponden a cada tema que se desarrolla te ayudará a identificar aquellos temas que le “suenen” difíciles o confusos, aprovechá la clase para resolver sus dudas.

Mejorá sus hábitos de estudio y aprovechá al máximo la información ofrecida en esta página y el maerial de apoyo: a continuación te planteo una serie de consejos que si los aplicás, podrán ayudarle a mejorar tus hábitos…

Lectura: combiná la lectura rápida y la pausada, entrenate en captar la idea central e identificar las explicaciones que requieren una atención más detallada. El material fue redactado para brindar información de contexto favoreciendo el aprendizaje significativo, sin embargo, existen algunos conceptos que deberías memorizar. Subrayá sólo las partes importantes, practicá el subrayado sintético (no todo el texto, identifica las palabras y frases clave). Realizá un repaso y elaborá un resumen con las partes subrayadas, sintetizando cada tema, la escritura ayuda a la memoria motriz.

Doble codificación: los estudios sobre la memoria indican que la doble codificación facilita el aprendizaje, por esta razón en el material se presentan textos, imágenes, esquemas y resúmenes que facilitan la memoria verbal e icónica. Leer, hacerse preguntas y responderlas en voz alta facilitan la doble codificación visual y auditiva, a veces se recuerda mejor lo que se escucha.

Recuperación activa: varias investigaciones indican que la recuperación activa favorece el aprendizaje a largo plazo. Esta consiste en realizar ejercicios de recuperación de la información (una vez concluida la lectura), lo cual se puede practicar libremente. Si construís mapas mentales y esquemas al finalizar una unidad, si realizás los ejercicios propuestos en este material (son varios y variados) evitando revisar el material de lectura, haciéndolo “de memoria” verás que la memoria se va fortaleciendo y también podrás saber si aprendiste lo suficiente y qué necesitás volver a leer.

Evaluación: completá las pruebas de práctica al concluir cada unidad, realizálas honestamente, sin revisar el material ni leer la respuesta. Si dudas de la respuesta correcta marcá la que te parezca correcta y continuá con las siguientes. Revisá su rendimiento al final y no te desanimes si el resultado es inferior al que esperabas, todavía hay tiempo suficiente para volver a leer y corregir tus errores. Si no estás de acuerdo con la respuesta señalada como correcta consultá con el profesor o con tus compañeros y buscá las explicaciones que justifiquen la respuesta.

Disciplina: evitá en todo lo posible saltarte el texto y pasar directamente a los resúmenes y ejercicios, asegúrate de tener suficiente información. Aplica la misma estrategia para los exámenes de práctica, evitá adivinar las respuestas. “Adivinar” una respuesta no aporta conocimiento, prepárate y aprende de tus errores haciendo tu mayor esfuerzo con base en la información.

Pausas: las pausas favorecen el aprendizaje, muchos estudios indican que la atención concentrada tiene límites, cuando estudies, asegurate de realizar pausas breves de cinco a quince minutos luego de cada 60 minutos de estudio, esto te permite procesar lo leído.

Premio: gratifícate con algo que te guste al concluir un apartado o unidad, cuidando siempre que la distracción no te consuma demasiado tiempo. Revisá el celular, algún juego, una merienda, etc.

Dulces: el consumo de dulces (con moderación, no pongas en riesgo tu salud) aumenta la atención, genera una sensación agradable y favorece el desempeño intelectual. Si sufres de algún trastorno metabólico que te limite el consumo de azúcar, podés consumir algún dulce edulcorado o frutas.

Cooperación: asociate con compañeras y compañeros sepan organizar su tiempo, apliquen técnicas adecuadas de estudio y verás que resultará más fácil afianzar los buenos hábitos de estudio.

Práctica: la mejor manera de aprender es poniendo en práctica lo aprendido, te ayudará mucho realizar los ejercicios de autocomprobación y poner a prueba tu conocimiento. Estos ejercicios te pueden ayudar a entrenar tu capacidad para identificar distractores, puesto que en ocasiones la clave no está sólo en reconocer la respuesta correcta sino en poder descartar los distractores (las respuestas incorrectas). Entrénate para el examen de ingreso. Si utilizás los exámenes de práctica, evaluándote y preparándote para la situación real que se aproxima, verás que tendrás mayor confianza y podrás superar la presión con un poco más de tranquilidad.

Atención: para el examen tenés que leer atentamente cada ítem. En ocasiones, dos respuestas que parecen igualmente correctas quizá se diferencien sólo por una palabra que especifica la naturaleza misma de lo que se está preguntando. Veamos algunos ejemplos: deberías diferenciar las hormonas de las glándulas (si dice “glándula que influye en el crecimiento” se trata de la hipófisis, entre las opciones podría aparecer la somatotropina que es la hormona que influye sobre crecimiento); las etapas de los estadios (si dice “estadio en el que se alcanza el pensamiento formal” se trata de las operaciones formales y quizá aparezca la adolescencia entre las opciones, que si bien parecería correcta no lo es porque se trata de una etapa de la vida y no un “estadio”); también los términos facultad, competencia, proceso pueden resultar confusos, la atención y la memoria constituyen procesos y la inteligencia es una facultad, los tres términos citados corresponden son funciones cognitivas y comparten características en común, sin embargo, presentan sutiles diferencias.