Trastornos que afectan a la personalidad

Intencionalmente se ha modificado el título de este apartado, con relación al programa para el examen de ingreso porque se ha considerado que puede inducir a errores de interpretación, considerando que en la clasificación actual de los trastornos mentales, los trastornos de la personalidad constituyen una entidad independiente de los demás trastornos clínicos, entre los que se incluyen los trastornos neuróticos (o psiconeurosis) y las psicosis, entre otrosΨ. Coincidimos en que los denominados trastornos mentales afectan parcial o totalmente el funcionamiento de la persona, por lo que su personalidad se encuentra alterada, sin embargo, es importante considerar el grado de afectación que genera cada grupo, por lo que a continuación se desarrollan sus definiciones y características.

ΨDos sistemas de clasificación de las enfermedades mentales son las utilizadas habitualmente en nuestro medio, el DSM-5, siglas en inglés del Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales, de la Asociación Americana de Psiquiatría, en su versión 5; y el CIE-10, Clasificación Internacional de Enfermedades, en el capítulo referente a Trastornos Mentales y del Comportamiento, de la Organización Mundial de la Salud.

Neurosis

Es un trastorno funcional, es decir, sin origen orgánico conocido, cuyos síntomas pueden ser de gravedad leve, moderada y, en algunos casos, elevada. Se caracteriza por la presencia de sintomatología física (exaltación, taquicardia, desmayos, parálisis parciales), ideas irracionales (temores a contraer enfermedades graves, a enloquecer, a morir, temores irracionales a objetos o animales inofensivos), no todos los síntomas se presentan a la vez, puesto que existen diferentes tipos de neurosis. Se considera que es un trastorno “benévolo” en comparación con la psicosis y otros trastornos más graves debido a que las personas son conscientes de sus trastornos, los percibe molestos pero inevitables.

El término neurosis fue utilizado inicialmente a mediados del siglo XVIII para indicar enfermedades del sistema nervioso.  Sigmund Freud desarrolló una profunda teoría sobre el origen las psiconeurosis, las que se manifiestan como resultado de una imposibilidad de satisfacer las pulsiones inconscientes (de origen sexual), se vuelven incontrolables para la acción integradora del Yo buscando su satisfacción emergiendo como síntomas. En 1909 el psicólogo y neurólogo francés Pierre Janet utilizó esta denominación para referirse a los “trastornos nerviosos funcionales”. En la actualidad la APA (Asociación Americana de Psiquiatría) no utiliza el término neurosis en su clasificación de enfermedades mentales y el conjunto de trastornos tradicionalmente considerados neuróticos se encuentra distribuido entre los: trastornos de ansiedad, trastornos obsesivo-compulsivos, trastornos disociativos y trastornos somáticos (APA, 2014). La OMS (Organización Mundial de la Salud) mantiene la denominación de trastornos neuróticos, entre los que incluye: trastornos de ansiedad fóbica, otros trastornos de ansiedad (pánico, ansiedad generalizada, trastorno mixto-depresivo, […]), trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos disociativos, trastornos somatomorfos y otros como la neurastenia y el trastorno de despersonalización (OMS, 1994/200).

Psicosis

Se considera un trastorno mental grave (aunque pueden presentarse episodios breves con remisión completa), debido a las características de los síntomas, en los que predomina una pérdida de la noción de la realidad. Los síntomas más comunes en las psicosis son las alucinaciones (percepciones que no son producidas por estímulos presentes: oír ruidos, voces, ver objetos o personas, experimentar sensaciones internas, gustos raros en la boca u olores, no son percibidos por otras personas y que son consideradas reales) y los delirios (distorsiones cognitivas en las que las personas se sienten convencidas de la veracidad de ideas irracionales: que alguien o algo los vigila, que los pensamientos y las acciones son objeto de control por parte de otras personas o seres sobrenaturales, que se comunica con seres inexistentes, la convicción de que es otra persona –algún personaje histórico, por ejemplo–).

El término proviene del griego psico (mente) y osis (funcionamiento anormal), el primero en utilizarlo fue Feuchtersleben en 1845, para distinguirlo de las enfermedades de los nervios –neurosis– (Mandal, 2014).

El DSM-5® clasifica los trastornos psicóticos en el capítulo de las “Esquizofrenias y otros trastornos psicóticos”, entre los que se incluyen: esquizofrenia, catatonia, trastorno esquizofreniforme, trastorno esquizoafectivo, trastorno psicótico breve y el trastorno delirante (Morrison, 2015). El CIE-10 las agrupa en el capítulo titulado “Esquizofrenia, trastorno esquizotípico y trastornos de ideas delirantes”, entre los que se incluyen: esquizofrenia, trastorno esquizotípico, trastornos de ideas delirantes persistentes, trastornos psicóticos agudos y transitorios, trastornos de ideas delirantes inducidas, trastornos psicoafectivos y dos clasificaciones de trastornos psicóticos no orgánicos (OMS, 1994/2000).

A modo de ilustración se han escogido dos trastornos que se describen clínicamente. El primero se trata del trastorno hipocondriaco, un cuadro neurótico que, como se puede ver, se trata de una “preocupación” y la interpretación de los signos físicos que producen ansiedad, propio en las neurosis. El segundo, trastorno de ideas delirantes, es un cuadro psicótico que incluye las ideas delirantes y ocasionales alucinaciones.

Trastorno Hipocondriaco
Descripción diagnóstica del CIE-10 – Cód. F45.2 (OMS, 1994/2000, p. 133)

El rasgo esencial es una preocupación persistente por la posibilidad de tener uno o más trastornos físicos graves y progresivos. Los pacientes manifiestan continuamente quejas somáticas o preocupación por su aspecto físico. Las sensaciones y aspectos normales y habituales son interpretados a menudo por el paciente como anormales y perturbadores, y la atención suele estar centrada sólo en torno a uno o dos órganos o sistemas corporales. Con frecuencia hay síntomas depresivos y ansiosos que pueden justificar un diagnóstico adicional.

  • Trastorno dismórfico corporal
  • Dismorfofobia (no delirante)
  • Neurosis hipocondríaca
  • Nosofobia

 

Trastorno de Ideas Delirantes
Descripción diagnóstica del CIE-10 – Cód. F22 (OMS, 1994/2000, pp. 78-79)

Trastorno caracterizado por el desarrollo de una idea delirante o una serie de ideas delirantes relacionadas entre sí, que habitualmente son persistentes y a veces persisten toda la vida. El contenido de la idea o ideas delirantes es muy variable. La presencia de alucinaciones auditivas claras y persistentes (voces), de síntomas esquizofrénicos, tales como ideas de control y un afecto marcadamente embotado, o de pruebas definidas de enfermedades cerebral, son todos incompatibles con este diagnóstico. Sin embargo, la presencia de alucinaciones auditivas ocasionales y transitorias, particularmente en pacientes de edad avanzada, no descarta este diagnóstico, siempre que no sean típicamente esquizofrénicas y tan sólo constituyan una pequeña parte del cuadro clínico completo.

  • Paranoia
  • Psicosis paranoide
  • Parafrenia

Trastornos de la Personalidad

Los trastornos de la personalidad se distinguen de los anteriores trastornos por su carácter globalizante respecto al funcionamiento de la persona, es decir, se trata de una estructura desordenada o trastornada de toda la personalidad y que altera gravemente los sistemas del sí mismo y las relaciones interpersonales afectando el funcionamiento adaptativo de la persona. En la Clasificación del DSM-5®, los trastornos de la personalidad se describen de la siguiente manera:

Existe un patrón de comportamiento y experimentación interna (pensamientos, sentimientos, sensaciones) duradero que difiere con claridad del propio de la cultura del paciente. Este patrón incluye problemas del afecto (tipo, intensidad, labilidad, pertinencia), la cognición (el modo en que el individuo mira e interpreta su propia persona y el ambiente), el control de los impulsos y las relaciones interpersonales. Este patrón es fijo y encuentra aplicación amplia en la vida social y personal del afectado. (Morrison, 2015, p. 531)

En la clasificación CIE-10 y en la del DSM-5® existen 10 tipos diferentes de Trastornos de la Personalidad Específicos, encontrándose algunas diferencias, menores por cierto, en las denominaciones entre del CIE y el DSM. En DSM-5® se realiza una agrupación de los trastornos que puede resultar informativo para conocer los nombres y algunas características que tienen en común:

El grupo A está compuesto por los trastornos de la personalidad paranoide, esquizoide y esquizotípica. Los individuos con estos trastornos suelen mostrarse raros o excéntricos. El grupo B se compone de los trastornos de la personalidad antisocial, límite, histriónica y narcisista. Las personas de este clúster se caracterizan por ser exageradamente dramáticas, emocionales o erráticas. El grupo C aglutina los trastornos de la personalidad evitativa, dependiente y obsesivo-compulsiva. Los individuos con estos trastornos suelen ser ansiosos o temerosos. (APA, 2014, p. 646)

Sociopatía

Las denominaciones sociopatía, psicopatía, trastorno disocial de la personalidad y trastorno antisocial de la personalidad suelen utilizarse como sinónimos para caracterizar un patrón de personalidad independiente, impulsivo y típicamente relacionado con actividades criminales, impulsadas por el deseo de aprovecharse de los demás. En este grupo de personas podría incluirse a quienes no son delincuentes, propiamente, sin embargo se muestran inescrupulosas y frías, sin consideración hacia los demás para alcanzar sus fines, mostrándose como personas exitosas en ciertas áreas de los negocios o las leyes (Millon y Davis, 2000). Se ha intentado diferenciar los términos a partir de sus usos históricos (MacKenzie, 2014), llegando a la conclusión de que la sociopatía es un rasgo adquirido por eventos ocurridos durante la historia personal y la psicopatía corresponde a aspectos estructurales de la persona, que podríamos denominar personas con “maldad”. La mayoría de los rasgos antisociales se manifiestan a tempranas edades, como agresión a otros niños y animales y una excesiva tendencia a mentir (Kernberg y otros, 2000).

El CIE-10 especifica que en el Trastorno Disocial deben estar presentes al menos tres de estos síntomas:

  1. Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás.
  2. Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales.
  3. Incapacidad para mantener relaciones personales permanentes, aunque no para establecerlas.
  4. Muy baja tolerancia a la frustración y bajo umbral para descargas de agresividad, incluyendo reacciones violentas.
  5. Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en especial del castigo.
  6. Marcada predisposición a culpar a los demás o a presentar racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo.