Temperamento y carácter

Los términos “temperamento” y “carácter” han sido utilizados muy frecuentemente para referirse a aspectos de la personalidad y su diferenciación ha sido muy difusa, Allport comenta que los psicólogos europeos han preferido utilizar temperamento y los norteamericanos, carácter (Millon, 2000).

Se realizaron esfuerzos por distinguir los términos y, actualmente, se afirma que: 1) el temperamento se refiere a los aspectos innatos y heredados, en estrecha relación con el sistema nervioso (centros de captación del neurotransmisor dopamina, el sistema límbico y la activación arousal, relacionado estrechamente con el sistema activador reticular y el sistema endócrino). Afecta a las reacciones primarias, automáticas, de activación o inhibición,  ante los estímulos. Esta configuración se puede observar en edades tempranas, niños y niñas que demuestran mayor actividad que otros, mayor irritabilidad, incomodidad, molestia o, por el contrario, calma, tranquilidad y pasividad. Kernberg, Weiner, y Bardenstein (2000) afirman que el temperamento se manifiesta claramente alrededor del primer año de vida y aporta el componente emocional de vital importancia para el desarrollo de la personalidad. 2) el carácter –el término proviene del griego κρασω (craso) que significa marca– hace referencia a una característica intrínseca que impregna todo el comportamiento. En ocasiones se alude, como metáfora conceptual, a la marca que recibió Caín (en el antiguo testamento) luego de haber asesinado a su hermano, la tradición cree que el signo que recibió en la frente fue la letra griega tau τ, debido a que ésta se identifica como “la marca de Dios” utilizada para proteger a su pueblo y anticipa el signo de la cruz. El carácter se conforma durante los primeros años de vida y se refiere a los aspectos valorativos de la persona (decimos de alguien que tiene buen o mal carácter), en una concepción contemporánea Cloninger, Dragan, y Pzybeck (1993) aseguran que el carácter modera los impulsos temperamentales, además, el carácter constituye el objeto de las atribuciones que cada persona se asigna a sí mismo (autoconcepto).

La personalidad se configura en estratos históricos muy singulares en de cada persona (ver Fig. 5) teniendo como núcleo primario el temperamento (los aspectos impulsivos, innatos y heredados) sobre el cual se va ajustando una segunda capa, la del carácter (constituido por las experiencias tempranas de la infancia), esto dota de cierto repertorio de conductas con los que se interactúa con el medio ambiente, el entorno social y se afrontan las crisis de la infancia y la adolescencia, de este proceso resulta una compleja composición que cristalizan en los patrones característicos de pensar, sentir y actuar.

Figura 5. Constitución de la personalidad desde una perspectiva biopsicosocial.

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