Características de la personalidad

En cuanto a la característica de la personalidad, convendría hablar más bien de características, puesto que se trata de un conjunto de fases, elementos que la componen y factores que influyen en su conformación. Ya se había indicado que se trata de un patrón que conforma una unidad y a cada persona le otorga un “estilo”, relativamente estable, de pensar, sentir y comportarse, obviamente, en cada situación estos patrones pueden ajustarse a las circunstancias y tomar formas que no eran esperables (para la propia persona como para el entorno que la conoce). Se ha insistido recientemente (Magnavita, 2004) en que la personalidad encuentra su máxima expresión en el relacionamiento interpersonal y el concepto de sí mismo (y las consecuencias de este, como la autoestima, la autorregulación o autocontrol, la confianza, etc.). Asimismo, las diversas expresiones de personalidad pueden mostrarse relativamente bien ajustadas para responder a las demandas del ambiente, pero también pueden desarrollar formas desajustadas que se conocen como desórdenes o trastornos de la personalidad, sobre lo cual nos referiremos más adelante en el punto 3.6.

El estudio de la personalidad, o personología, como se la denomina, tuvo varios enfoques, los más destacables giran en torno a si la personalidad debía estudiar los “tipos” diferentes de personalidad (prototipos o modelos de personalidad) o los rasgos (características predominantes). En la actualidad, y confirmada en la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales de la Sociedad Americana de Psiquiatría, se insiste en realizar investigaciones que consideren ambos aspectos, dándole mayor relevancia a la exploración de los rasgos (Morrison, 2015), basándose en la Teoría de los Cinco Grandes Factores de la personalidad (McCrae y Costa, 2003).

Los rasgos son características típicas y constantes que pueden, a su vez, incidir sobre un conjunto amplio de manifestaciones, cada persona presenta una colección de rasgos que pueden manifestarse con mayor o menor fuerza. La teoría de los cinco grandes (Big-5, en inglés), asegura que las características personales se agrupan en cinco grandes categorías, las cinco están presentes, con diferente grado de fuerza, en todas las personas: Neuroticismo, se refiere al grado de estabilidad emocional, a mayor neuroticismo mayor inestabilidad, el extremo inferior este rasgo caracteriza la serenidad o estabilidad emocional; Extraversión, el componente social, las personas extravertidas tienden a vincularse con mayor facilidad y, en cierta medida, con preferencia y dependencia de las situaciones que implican relacionarse con otros (el extremo inferior del rasgo es la introversión, típica en las personas tímidas y solitarias); Apertura a las nuevas experiencias, que caracteriza el nivel de disposición a aventurarse a nuevas experiencias (viajes, aventuras, comidas, etc.), personas con un nivel bajo de este rasgo serían rígidas y conservadoras; Amabilidad que se refiere a la tendencia a mostrarse cortés, agradable y empática con los demás, como característica típica de la persona, las personas que manifiestan un bajo nivel de este rasgo se relacionan con frialdad y malhumor persistente; Responsabilidad, corresponde al grado de conciencia y cumplimiento de las responsabilidades personales y sociales, cuando este rasgo está presente en un bajo nivel, la persona tiende prioritariamente a revelar irresponsabilidad y descuido en sus quehaceres.

Próximamente se incluirá una exposición de las tipologías de la personalidad

Criterios de madurez. características de una persona madura

El concepto de madurez es bastante complejo y, sobre todo, por la implicancia que podría tener el definir que una persona está plenamente madura o no. Se acepta que la madurez es el desarrollo pleno de las facultades, de manera equilibrada y beneficiosa para sí y su entorno; podríamos afirmar, pues, que existen diferentes ámbitos de madurez: físico, cognitivo, emocional y social. La persona madura muestra un autoconcepto que coincide con las propias virtudes y limitaciones, por lo tanto tiene autoaceptación con la suficiente autoestima como para hacer frente a las dificultades sin que le dañe desmedidamente, mantiene una regulación de las emociones que le permite convivir en equilibrio con los demás y es crítica a las convenciones sociales, lo que le permite reafirmar su individualidad y ajustarse a su entorno.