Creatividad

Otro aspecto cognitivo importante que se ha considerado como muy estrechamente relacionado con la inteligencia es la creatividad. Varios autores se han referido a ella pero recién a partir de los últimos 30 años se le dedicó mayor importancia y se han desarrollado modelos que permiten abordar mejor su estudio. La creatividad se ha definido como cierta capacidad peculiar para crear, para producir, para concebir productos que son valorados por una sociedad como nuevos y útiles. Para que una persona sea creativa requiere de una buena dosis de inteligencia pero ésta por sí sola no es suficiente, lo que quiere decir que una persona por mayor nivel de inteligencia que tenga no será, necesariamente, más creativa. A continuación se presentan dos definiciones de creatividad que fueron recopiladas por Batey (2012, p. 3, trad. libre):

Plucker, Beghetto y Dow (2004, p. 90): Creatividad es la interacción entre aptitud, proceso y ambiente por el cual un individuo o grupo crea un producto perceptible que es al mismo tiempo nuevo y útil según se lo defina en un contexto social.

Sternberg y Lubart (1999, p. 3): Creatividad es la habilidad de producir trabajo que es al mismo tiempo nuevo (e.g. original, inesperado) y apropiado (e.g. útil, adaptable respecto a las limitaciones de la tarea).

Sternberg y Sternberg (2012, p. 485) precisan las características más destacables de las personas creativas: una motivación extremadamente elevada para ser creativo en un campo particular, disconformidad con violar cualquier convención que inhiba el trabajo creativo, una profunda creencia en el valor del trabajo creativo, procesos de pensamiento perspicaz y pensamiento diferencial [recordemos que de Bono (2000/1970) asegura que la clave de la creatividad es el “pensamiento lateral”, formas alternativas y no convencionales de ver los problemas, en oposición al pensamiento lineal-lógico convencional], un conocimiento extenso del ámbito en el que se desarrolla y un profundo compromiso con el esfuerzo creativo.

Batey preocupado por la diversidad de enfoques referentes a la creatividad que en ocasiones impiden medirla y la dificultad para comparar los resultados de diferentes estudios, plantea un marco conceptual heurístico que considera tres aspectos: el nivel (individual, grupal, organizacional y cultural); las facetas (el rasgo creativo individual, el proceso creativo que se aplica más bien a trabajos en equipo, la presión del ambiente para valorar determinado producto y el producto en sí mismo) y el enfoque de la evaluación (como auto valoración o valoración de otras personas). De esta manera concluye que el estudio de la creatividad debe ser multicomponencial (Batey, 2012, p. 60):

Figura 22. Modelo multicomponencial de la creatividad de Batey.

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